Parroquia

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domingo, 27 de enero de 2013

¿Y si esta Escritura se cumpliera hoy en tu vida?


Algunas veces me pregunto que ha podido pasar para que hayamos llegado a convertir algo tan luminoso y grande como es el seguimiento a Jesucristo en una especie de práctica más o menos esteril y tan poco atrayente como lo que muchos bautizados viven en nuestros días.

Y evidentemente eso no se consigue de un día para otro... pero eso si; Se consigue con un montón de pequeños detalles que no parecen importantes y que acaban transformando negativamente algo tan grande como la fe.

Quizás alguno de los que aquí estamos y de alguna manera todos, podemos -si miramos con sinceridad nuestra vida y nuestra fe- caer en la cuenta de que no tiene la chispa que debería y que puede tener.

Miramos nuestra vida de fe... y se queda en una creencia... buena, desde luego, pero poco operativa, y en una práctica semanal de 45 minutos “justitos” en la Iglesia además de alguna oración hacemos cada día... y ¡claro! Se queda un poco pobre... forma parte de nuestra vida y la vemos como un bien... pero no nos va la vida en ello, y además no contagiamos la vibración y la fuerza de la fe a otros.

Pero esto no tiene por qué ser así... ¡Puede cambiar! Y puede hacerlo a mejor...

Y se trata de lo mismo que la pasada semana... Poner a Cristo en el centro, y ponerlo en nuestra vida concreta. 

“El Espíritu del Señor está sobre mi y me ha ungido para que vaya a dar la buena noticia a los pobres y la libertad a los oprimidos y la salud a los enfermos y... la vida a los que no la tienen! 

Ahora la cosa es si nosotros somos capaces de vernos entre esos a los que viene el Señor. Errores, carencias, defectos... ¡en los demás ya vemos...! ¿en nosotros mismos...? Nos suele pasar como al conductor del chiste que iba por el carril contrario y cuando la radio informa de un conductor circulando en dirección contraria, él dice: "¿Uno? ¿Circulan todos en dirección contraria?".

Y es que esto no se lleva en este mundo... reconocer que estamos necesitados de sanación, de fe, de amor, de compañía, de perdón,  de una comunidad de hermanos creyentes en la que verdaderamente me sienta querido tal cual soy... Reconocer que necesito ser liberado de mi mal humor, de mi egoísmo... de no poder hablar del vecino sin criticarle, reconocer que necesito ser curado de esa actitud que me sale automáticamente de exigir... y no dar nunca nada...

Y no estoy hablando de cosas extrañísimas, no... estoy hablando de realidades que todos vivimos... 

¿No os gustaría que el evangelio que hemos escuchado hoy  se hiciera real en vuestras vidas? Que realmente la fe os transformara y liberara... ¿No os gustaría sentir que Jesucristo está con vosotros para sanaros y que encima el es el que puede hacerlo porque ha sido ungido con el Espíritu Santo de Dios? Yo eso es lo que quiero para mi. Lo demás... bueno... es secundario, pero quiero con todas mis fuerzas que ese evangelio se haga real para mi hoy.

Todos los seres humanos tenemos agujeros negros que limitan gravemente nuestra felicidad y lo que hoy se nos propone es precisamente la sanación de todo ese mal. Rechazarlo no es muy inteligente... Acogerlo es dejar que el Señor Jesús transforme nuestra existencia y la haga luminosa, viva, profunda, clara, como el agua que vemos en un riachuelo en las montañas... 

¿Qué tenemos que hacer? Por hoy solo pedirle al Señor que actúe en nosotros... luego ya  iremos viendo...


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