Parroquia

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domingo, 20 de enero de 2013

Sin vino y sin Dios... esto no se sostiene... (Domingo II del T.O. C)


A mi siempre me ha dado un poco de pereza ir a una boda: Y salvo la de algún familiar (este pasado verano) o amigo muy cercano... suelen ser compromisos que nos cuestan pasta y que bueno... pues  eso... a mi me dan pereza. 

Pero hombre! apetece que si vas a una la ceremonia sea bonita y bien preparada y el cura que hayan elegido los novios sea ameno y que ellos estén muy centrados y felices y que el aperitivo sea de calidad y que en el banquete todo esté bueno, la música sea agradable y haga buen tiempo para poder lucir el modelito que nos hemos comprado para la ocasión...

Pues el problema es que a esta pobre pareja les había fallado algo que era fundamental para poder pasarlo bien... el vino. Y eso iba a hacer fracasar su boda, sin vino, aquello era un desastre.

A aquella boda, le faltaba gracia, le faltaba alegría, le faltaba aquello que le daba el toque... Y fijaros que tenía cosas importantes: Tenía en primer lugar una pareja de recién casados que seguro que se querían muchísimo y eran felices... ósea que en aquel evento había AMOR; 

Tenían invitados... además entre ellos había muy buena gente... La Virgen María, Jesús... los primeros discípulos -que me parece que estaban allí un poco como de "casualidad"-... ósea que en aquella celebración había FRATERNIDAD; Había afecto humano.

Había servidumbre, viandas suculentas y tinajas con agua para lavarse y que todo estuviera cuidado al detalle... ósea que a aquella pareja no le faltaba todo lo MATERIAL que podían necesitar...

Pero aquella boda estuvo a punto de fracasar porque faltaba lo esencial: LA PRESENCIA REAL, ACTUANTE, CONCRETA, DE DIOS en medio de ellos.

Y caramba!!! esa ausencia me parece enormemente actual... y ¡ojo! me parece enormemente actual incluso entre nosotros... y tal vez por eso ni nuestras vidas, ni la vida de la Iglesia -que la formamos nosotros- tiene la alegría y grandeza que debería tener. Porque aún nos sigue faltando la presencia real de Cristo en medio de nosotros.

El mundo en el que vivimos... un mundo que ha progresado humana y materialmente muchísimo... enarbola banderas que pueden ser buenas y muy buenas... Amor (decimos: si hay amor, ya está. Eso es lo fundamental), Fraternidad y solidaridad... Avances científicos y materiales cada vez mayores... Pero este mundo se aleja ,incluso en estas realidades buenas, de Dios: Y ha roto y encima ha llegado a hacernos creer que se pueden separar realidades que son inseparables... 

Hoy se habla de amor, pero se rechaza a Dios (que es la fuente del amor) y por lo tanto ese "supuesto amor" queda cojo y desconectado de quien puede evitar que se tuerza... a todos los niveles: Hoy en día se hace el amor... pero se aborta el fruto de ese “amor” sin contemplaciones... nos queremos y nos amamos... pero no movemos un dedo por el que tenemos en el piso de abajo y que no llega a fin de mes... Y llevando las cosas al extremo -por “liarla” un poco-  Hitler amaba a su mujer Eva... y a los niños de sus jerarcas... y a su patria, pero es responsable de cuarenta millones de muertes. Es decir... amor, sin Dios, no me sirve.

Hoy se habla de Fraternidad, pero se rechaza a Dios que es la fuente de nuestra fraternidad: el respeto, la convivencia, los derechos humanos brotan del hecho de ser iguales ante Dios y sin Dios la fraternidad se diluye y acaba desmenuzada... y entonces se el criterio pasa a ser lo que a mi, o a la mayoría, o a la minoría le parece... y entonces ya no está tan claro que todos seamos iguales y tengamos los mismos derechos.

Hoy se habla de progreso material pero se rechaza a Dios de quien hemos recibido todo don y la capacidad de cooperar en la creación... y el ser humano cree tener capacidad de determinar quien merece recibir ese progreso y quien no... quien merece vivir y quien no.

Y de alguna manera esto nos salpica, porque ni siquiera nosotros terminamos de creernos que Dios es absolutamente necesario e irremplazable en medio de la vida de los seres humanos y no nos atrevemos a decir que amor, fraternidad, solidaridad y progreso material... necesitan de Dios y por eso nuestra fe es insípida como el agua... en vez de rica y generosa como el vino que trae Jesucristo.

Pero mirad! Los apóstoles cuando vieron lo que había hecho Jesús creyeron en El... También vosotros y yo hemos visto lo que ha hecho Jesús... Ya lo creo que si, lo hemos visto una y mil veces en neustra vida y hemos comprobado como ha transformado una realidad oscura en algo luminoso y bueno.... Pensad hoy en ello y que ese encuentro con el Señor aumente vuestra fe... Para que nosotros y el mundo entero pueda gozar en plenitud de la gran celebración de bodas de Cristo y la Iglesia... que así sea.     


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