Nos encontramos ya en el año de la fe... lo iniciamos solemnemente -también en nuestra parroquia- el pasado jueves y ya el domingo pasado profundizamos en su sentido.
Además como ya dijimos también en Roma se está celebrando el Sinodo de los Obispos. Una reunión en la que se presentan, se debate y se marcan las actuaciones que la Iglesia seguirá durante los próximos años. El que se está celebrando ahora versa sobre la nueva evangelización y creo que este acontecimiento eclesial tiene mucho que ver con el evangelio que hemos escuchado.
Y podréis decirme... ¿En que? Lo normal sería que hoy nos hablaras de las riquezas que tienen unos y las pobrezas que tienen otros... y la caridad y ayudar a los más necesitados que es algo que tenemos que hacer lo que queremos seguir a Jesucristo...
Y es verdad... pero ninguno de los que aquí leemos esto tenemos probablemente las riquezas que tenía el joven del evangelio... y desprendernos de las riquezas de otros es muy fácil, pero hay otro tema que igual no nos resulta tan fácil.
Si recordáis la semana pasada cuando hablaba de las cosas que íbamos a hacer en la parroquia dije que seguiriamos una “triple” actuación: Liturgia y oración, Formación y caridad (dar la fe a los que no la tienen y el pan a los que lo necesitan) y quiero centrarme en lo primero, porque de nada servirá lo que están haciendo los obispos en Roma si nosotros no caemos en la cuenta de que tenemos una riqueza que es la fe y tenemos que darla a los que no la tienen o la tienen debil para poder -ellos y nosotros- seguir a Jesús.
Y el problema es que no la damos... si nos encontramos con alguien que tiene pobreza material decimos: hay que ayudarle y en mayor o menor medida lo hacemos... pero si nos encontramos con alguien que no tiene fe o la tiene debil decimos: bueno... hay que respetarle... pero no le damos el alimento que puede necesitar y que es la fe.
Y es verdad que hay que respetar la libertad de cada uno, pero el problema hoy en día no es ese... hoy en día lo respetamos todo... el problema es que muchas veces ni nosotros mismos consideramos la fe como lo mejor que podemos dar a los demás... nos parece que no les va a servir, o que no la pueden necesitar o que no les va a ayudar en sus problemas concretos o ante las preguntas más profundas que el ser humano puede hacerse... Y TAL VEZ SEA PORQUE nosotros mismos no la consideramos como una riqueza, un bien que nos aporta felicidad, sino como una carga con la que tenemos que vivir... la carga de tener que rezar... de tener que ir a misa... de tener que ser bueno con los demás... de tener que seguir una moral... de tener y tener y tener...
Y claro!!! así pues no.
Mi madre se compró una termomix... y esta marca no hace publicidad... son productos caros pero no hacen publicidad porque venden gracias al boca a boca. Mi madre se la compró y yo hice un pescado en salsa verde, y mi madre dijo: “si mi hijo que es un inutil en la cocina ha sido capaz de hacer esto y estaba bueno es que el aparato funciona” y se lo contó a una amiga... y está la compró...
Así si se trasmite, cuando alguien considera que tiene algo bueno que puede ser bueno para otra persona.
Tenemos que caer en la cuenta de que la fe es lo más hermoso, lo más grande, la riqueza mayor que tenemos y que podemos a dar a quienes no la tienen... Pero para darnos cuenta de eso, hemos de conocer y vivir con intensidad esa fe...
Y darlo... dar esta grandísima riqueza que tenemos.
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